El niño que perdió la guerra de Julia Navarro
Tenía reservada a Julia Navarro para un momento como este. Acababa de leer un libro de Dolores Redondo que me había enganchado mucho, por lo tanto, necesitaba leer algo con garantías de buenos momentos lectores, Julia Navarro nunca falla, todavía no ha publicado una novela que me haya dejado indiferente. Por lo que veo que tendré que cuidar también la siguiente lectura porque he leído dos maravillas seguidas.
Agustín López es un hombre muy optimista, al menos es lo que se desprende de su decisión de enviar a su hijo de cinco años a Rusia para salvarlo de las consecuencias del final de una guerra en el lado de los perdedores. No se podía llegar a imaginar las consecuencias que tendría esta decisión que tomaba en contra de la opinión y deseo de Clotilde, la madre de Pablo.
Julia Navarro nos relata en “El niño que perdió la guerra”las complicadas vicisitudes vividas por dos familias, la rusa con la que va a vivir el pequeño Pablo y la de su madre, en el Madrid del lado perdedor.
En toda la novela resaltan las firmes convicciones que defienden los dos personajes femeninos que tienen el papel de madres de Pablo. Clotilde y Anya son dos mujeres valientes, fuertes y con una gran entereza a la hora de defender la libertad de sus pensamientos frente a los gobiernos totalitarios de los países en los que viven. Dos gobiernos opuestos en creencias, aunque en esencia, con las mismas limitaciones ante las libertades de sus ciudadanos.
Julia Navarro nos ofrece una novela histórica con un contexto político contrapuesto donde destaca las consecuencias que ese contexto provoca en las personas que ha escogido como protagonistas. El sufrimiento de esas personas es tan exagerado que queda fuera de lógica del conflicto político en el que se encuentran.
El ritmo de la novela va cambiando, es pausado o acelerado en función del momento en el que se vive la acción. Te deja entrar en la historia lentamente, sin invadir, con lo que el lector puede decidir la intensidad que quiere dedicar a la lectura. Considero que es una característica de la escritura de Julia Navarro, me gusta como nos respeta el tiempo que el lector dedica a la lectura.
Por dar un pero a una novela que he disfrutado mucho, comentaré que he encontrado el desenlace de la historia en poca consonancia con las partes anteriores. Me explico, el final de la novela me ha resultado precipitado si lo comparo con las partes anteriores, por lo que he visto debilitada la credibilidad de los personajes. Simplemente, una apreciación que a lo mejor resulta solo una queja por tenerme que despedir de la historia con rapidez, con más velocidad de la deseada. Me hubiera gustado intuir la vida que decide llevar Pablo en su país y la que lleva su hermano ruso en el suyo.
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