Sala de espera de Iván de Cristóbal

A menudo alucino con las cosas que se nos acercan sin haberlas llamado ni buscado. Eso fue lo que ocurrió con “Sala de espera” de Iván de Cristóbal. Hace unos meses que cuando alguien que me conoce me pregunta cómo me encuentro le explico que me siento dentro de una sala de espera, que mi vida en estos momentos no abre puertas, camina solo lo necesario. Estoy entregada a la misión cuidadora y bla, bla, bla. Si intento visibilizar externamente mi momento vital, me siento como si estuviera sentada en una sala de espera. De vez en cuando alzo la vista, miro el reloj de la pared y me desespero un poco. Las puertas de la sala están cerradas, debo esperar, que alguna cosa se mueva. Llamo a la paciencia para que se siente en la silla de al lado. Mientras tanto, a seguir cuidando a mis mayores. Así un buen día “Sala de espera” de Iván de Cristóbal se puso ante mis ojos. Lo hizo con la fuerza de las tres palabras de su título, de forma invasiva e irrespetuosamente s...