Catedrales de Claudia Piñeiro

 “Catedrales” de Claudia Piñeiro está considerada como novela negra. Se define así por explicar la muerte cruenta de Ana, una chica de diecisiete años que aparece descuartizada y quemada. Hecho que se repite excesivamente para dar relevancia a la sororidad que se reivindica. Pronto nos damos cuenta de que en la novela no vamos a seguir el patrón de novela negra, la habitual búsqueda del asesino de Ana, con sus pistas, sus presuntos culpables, su investigador etc. Sino que en realidad nos estan explicando el efecto que produjo esa muerte en la familia Sardá y allegados. El perfil psicológico de cada uno de los personajes es magistral. Te hace caminar entre ellos para que decidas la cuota de responsabilidad de cada uno en la muerte de Ana.


Flor amb portada: Cresta de gallo de mi jardín. Celosia argentea v. cristata

Curiosamente, en ocasiones estás leyendo el capítulo de uno de los personajes y tienes la impresión que tú sabes mucho más que ellos. Como si fuese una carambola el lector deduce los detalles de la muerte de Ana, en cuanto deduces que la adolescente ha sufrido un aborto clandestino.

El fanatismo religioso, las relaciones familiares, las apariencias sociales, el aborto de una adolescente son los temas por los que te moverá “Catedrales”. Sin olvidar la incompetencia policial en el momento de la investigación. El aborto es uno de los temas recurrentes en las novelas que he leído de Claudia.

Claudia Piñeiro reparte la novela en capítulos donde uno a uno los personajes: Alfredo (el padre de Ana), Lía y Carmen (las hermanas), Julián (el cuñado), Mateo (el sobrino), Marcela (la amiga) y Elmer (el joven policía) disponen de un capítulo para explicar aquello que ellos vivieron con relación a la muerte de Ana.  Llega un momento que la intriga no existe, los lectores deducimos que ha ocurrido y por tanto conocemos el porqué de la muerte de Ana. A pesar de ello la historia no pierde ni una milésima de interés. Es ahí donde la escritora consigue hacerte rebelar contra el fanatismo religioso que describe, las apariencias sociales. Las limitaciones, las prohibiciones que obligaron a Ana a hacer lo que hizo y la responsabilidad social que tiene la falta de una legislación que siempre camina por detrás de las necesidades de las personas y no ayuda en nada en estos casos. Me ha gustado mucho esa construcción de la historia. La descripción psicológica de cada uno de ellos es extraordinaria. Propio del estilo de Claudia Piñeiro, los personajes son dibujados con todo lujo de detalles. Cada uno en su lado de la mesa, actuando desde su perspectiva. Los ves, sabes lo que piensan, los puedes casi llegar a tocar.

Me gusta Marcela, la amiga de Ana, con esa enfermedad tan curiosa:  la amnesia anterógrada. Tan amorosa, tal leal a la amistad con Ana. El único personaje que se salva de cualquier crítica porque los demás cada uno en su grado tienen tajada en lo que sucedió antes o después. 

Odioso Julián, en su debilidad, en su falsedad, deshumanizado por su fanatismo religioso.

Imposible aguantar a la hermana mayor, Carmen. Es fàcil decir que es una psicópata. Sólo una enfermedad mental puede dejar tranquila nuestra conciencia para aceptar una personalidad de las características de Carmen.

A resaltar esa carta final que deja Alfredo para su nieto Mateo y su hija Lia. Bellísimas las palabras de la carta, rotundidad en los argumentos que analizan los hechos y las personas. Cuestionando sus creencias más arraigadas. Todo, todo sin salirse del personaje creado, ya que hablamos de Alfredo, un hombre de edad, padre de la víctima a punto de morir. La debilidad de su personalidad le impide llegar al final de la cuestión que si sabemos los lectores. En mi ha despertado ternura.

Esa frase maravillosa de Alfredo: "La verdad que se nos niega duele hasta el último día".

En definitiva, una novela explicada por siete personajes todos con su cuota de responsabilidad (a excepción de Mateo) en lo que le sucedió a Ana.


Referencias que me llaman la atención

Leyendo me encontré un regalito:

“El abuelo dijo que por más que no fuera catedral, también haríamos una excepción con La Sagrada Familia, la famosa iglesia que dejó inconclusa Gaudí. Pero me advirtió que, a pesar de la gran fama del monumento más visitado de Barcelona, su preferida en esa ciudad era la Catedral del Mar, una iglesia del siglo XIV construida por quienes vivían cerca del puerto. “Y esos no eran la nobleza, ni la monarquía, ni el alto clero, sino la población de la zona, especialmente los descargadores del muelle o bastaixos. Se la pasaban cargando piedras enormes desde el Montjuic o desde el puerto, las llevaban sobre sus espaldas. Esa es una iglesia que merece la pena ver”. A mí me daban ganas de conocerla por otro motivo: una iglesia que no tiene nombre de virgen ni de santo, sino que apela al mar, me hacía mucha más ilusión. Aunque pronto supe que “el mar” es apenas la abreviatura de “la Señora del Mar”. O sea que la virgen está. Me hubiera gustado poder contarle al abuelo que la puerta principal rinde homenaje a esos bastaixos que ayudaron a levantarla.”


Me gusta cuando leo esas referencias a cosas que conozco bien, en este caso nombrar a Gaudí (uno de mis artistas idolatrados) y su inacabada Sagrada Família o la Catedral del Mar, un edificio muy emblemático de la ciudad de Barcelona.

Otra de las curiosidades fue conocer durante la lectura una enfermedad, la amnesia anterógrada. Una enfermedad que padece Marcela, la amiga de Ana, que adquiere en un momento importante de la historia. Al leer los síntomas que describe la escritora piensas que forma parte de su creatividad. La curiosidad te lleva a investigar, sorprendida te enteras de que es real, tal cual y que le va como anillo al dedo a la secuencia donde comienza Marcela a padecerla. Intentas ponerte en el lugar de Marcela, en su cotidianeidad e imaginas lo complicado que debe ser su día a día. 

La amnesia anterógrada es una enfermedad que quien la padece no consigue recordar más allá de unos instantes lo que le está sucediendo. Recuerda todo lo anterior, lo que sucedió en su vida sana, pero nada de lo que viene después.


Las fotos de mis lecturas muchas veces las acompaño de flores. Lia cuando se cartea con su padre desde Santiago, pone la condición que no quiere saber nada de la família. En algún momento se refiere a las plantas que le gustan a Alfredo con los nombres propios de su país. Las buganvillas es una planta que me encanta cuando está en flor, he sabido leyendo "Catedrales" que en Argentina le llaman "santarritas".


Algún dato biográfico de Claudia Piñeiro

Claudia Piñeiro nació en Butarco el 10 de abril de 1960. Es escritora, dramaturga, guionista de televisión (en Netflix tienen ahora “El Reino”) y colaboradora de distintos medios gráficos. Ha obtenido por su escritura varios premios, en el 2019 recibió el XIV Premio Pepe Carvalho que otorga el festival Barcelona Negra.

Ha escrito también “Las viudas de los jueves”, que recibió el Premio Clarín de Novela 2005, “Tuya”, “Elena sabe”, Premio Liberaturpreis 2010, “Las grietas de Jara”, Premio Sor Juana Inés de la Cruz 2010, “Betibú”, “Un comunista en calzoncillos”, “Una suerte pequeña” y “Las maldiciones”.

Yo he leído “Elena sabe” y “Tuya” y por supuesto seguiré leyendo su obra.



Escucharla en esta presentación de "Catedrales" en la Semana Negra de Gijón es una gozada;





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