El chico que dibujaba constelaciones de Alice Kellen

 


Me encantó el prólogo que Alice Kellen escribió en su libro "El chico que dibujaba constelaciones" :

«Mis abuelos vivieron toda su vida en el edificio que aparece en esta historia, uno con un jardín interior que yo siempre contemplaba desde la ventana de la tercera planta, en la puerta dieciséis. Hasta que ella decidió marcharse cuando él murió porque aquel techo y esas paredes se convirtieron en una cárcel llena de recuerdos. Y plantábamos tomates en verano. Y bailábamos las canciones que salpican estas páginas. Y pasábamos días de sol con sabor a verano en Cullera. Pero ella nunca dejó de limpiar casas. Y él estuvo muchos años trabajando en el taller de tapicería. Así que cogí su historia y me pregunté cómo podría haber sido si ella hubiese tenido alas, y él, más posibilidades. Entonces aparecieron ellos: Gabriel y Valentina, quizá demasiado perfectos el uno para el otro, pero ¿acaso idealizar no es algo casi implícito cuando nos dejamos llevar por la imaginación?

Estas podrían haber sido las vidas de mis abuelos. O de mis padres. Puede que también de los tuyos. Es probable que al sumergirte entre sus páginas te azoten los recuerdos porque, al final, si de algo me he dado cuenta es de que los seres humanos tenemos vidas parecidas y anhelamos cosas similares, a pesar de lo diferentes que somos unos de otros. Es curioso, ¿verdad? Tanta búsqueda cuando, en esencia, la felicidad se reduce en ocasiones a un puñado de cosas: la familia, la amistad, el autoconocimiento, la ambición, los sueños...

Y el amor. El amor como motor universal.

Ese amor capaz de perdurar en el tiempo.

Será que por eso nos gustan tanto los libros: porque permanecen inalterables mientras los relojes continúan su curso. Aquí te dejo este, un pellizco pequeño de la historia de un país, de una generación y de dos personas que se amaron en los buenos y en los malos momentos, mientras dibujaban juntos las constelaciones de su vida».

Mi impresión

La lectura de este prólogo me llevó a crear unas altas expectativas, que no se cumplieron literariamente hablando. Ahora bien, sí he admitir que me ha acercado al amor de pareja que he conocido en mis propios padres. Ese amor eterno que con el tiempo sigue ahí firme, seguro, fuerte. Es tan bello poderse apoyar en ese amor. Comparto que construir tu propia pareja sobre ese amor tan firme es un tesoro, un gran tesoro. Me siento muy afortunada, aunque mi vida no sea tan rosa como la de Gabriel y Valentina.

Esto fue lo que recogí en mi Instagram

“El chico que dibujaba constelaciones” de Alice Kellen. 

A veces los títulos y la portada de un libro te acercan a él y éste es el caso. Entras a través de su prólogo y empiezas a leer sin parar. Leo una novela romántica donde no pasa nada que no sea chico quiere a chica. Chica que se deja querer por chico casi perfecto y leyendo, leyendo ves pasar sus vidas. Con todo lo que pasa en una vida, es decir, lo bueno, lo mejor, lo malo y lo peor. 

La historia de Valentina y Gabriel es una historia de amor, ellos son unos personajes sencillos que explican su vida con el ágil estilo narrativo que utiliza Alice. Destaco de la historia el dibujo no el de las constelaciones sino del contexto social que realiza Alice Kellen. Con un croquis acertado de la vida de la mujer de los años 60, 70, 80. La autora adorna la acción con canciones y hechos de la época que recuerdo haber vivido cuando era adolescente. He visto reflejada la relación de mis padres como pareja.

Me permito un que...Tanto leer como los protagonistas componen las constelaciones de su vida con el paso de los años en la pared de su dormitorio, me hubiera gustado que el libro recogiese alguna imagen de dichas constelaciones. Una sugerencia para próximas ediciones.


Esta es la sinopsis que recoge Editorial Planeta:

Esta es una historia de amor, de sueños y de vida. La de Valentina. La chica que no sabía que tenía el mundo a sus pies, la que creció y empezó a pensar en imposibles. La que cazaba estrellas, la que anhelaba más, la que tropezó con él. Con Gabriel. El chico que dibujaba constelaciones, el valiente e idealista, el que confió en las palabras «para siempre», y creó los pilares que terminaron sosteniendo el pasado, el ahora, lo que fueron y los recuerdos que se convertirán en polvo. 

Lo que he recogido de su biografia:

Alice Kellen es su autora, nacida en Valencia en 1989 y yo pensando que era extranjera supongo que por su apellido. Equivoco que ella no quiere del todo desvelar porque Alice Kellen es el seudónimo que ella utiliza para preservar su intimidad según he leído en alguna entrevista. Una escritora joven que publicó su primer libro en 2013 y que de forma prolífica está publicando una media de libro anual. 


"Las alas de Sophie", "Nosotros en la luna", "Todo lo que somos juntos", "Todo lo que nunca fuimos", "13 locuras que regalarte", "El chico que dibujaba constelaciones", "23 otoños antes de ti", "El día que dejó de nevar en Alaska", "33 Razones para volver a verte", "Tal vez tú", "Sigue lloviendo", "Otra vez tú", "Llévame a cualquier lugar".

Buscando cosas sobre ella para satisfacer esa curiosidad que me despierta la vida de las escritoras, he descubierto su blog http://www.alicekellen.com/ de donde he sacado la firma que he pegado al empezar este apartado y donde he pasado una agradable tarde de domingo. Leyendo entrada tras entrada, disfrutando de ese estilo tan ligero, tan fresco, tan tierno que consigue acompañarte y empequeñecer la preocupación que sientas en ese momento.

Te recomiendo un paseíto de descanso por esas entradas.

Aeschynanthus radicans. 
Flores en formación mandala corazón









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