La vida feliz de David Foenkinos
Bajé de la biblioteca virtual la novela “La vida feliz” después de leer una entrevista de su autor David Foenkinos, uno de mis autores preferidos, en ella hablaba de la muerte, tema de este libro. Explicaba que la muerte: “es un acelerador de la vida, para nada negativo”. Una experiencia personal le hizo sentir cercano a la muerte y fue el detonante de esta historia.
De la muerte en nuestra cultura hablamos poco, nuestro contacto resulta inevitable cuando aparece en alguien de nuestro entorno. Es en esos momentos, como se nos recuerda en este libro, donde apostamos decididamente en aprovechar nuestras vidas, pero lo cierto es que es un pensamiento que olvidamos justo salir por la puerta del tanatorio y al que no volvemos hasta el siguiente muerto.
David Foenkinos nos lo vuelve hacer, nos escribe una novela desde la sencillez y con pocas páginas, no necesita mucho espacio para llegarnos a sorprender con su peculiar estilo.
“La vida feliz” coloca a su protagonista en situación de renacer a la vida después de ofrecerle una experiencia cercana a la propia muerte.
«En algún momento de nuestra existencia todos queremos ser otra persona. Hay un gran deseo de morir y renacer».
Acabada la lectura me ha sorprendido saber que una experiencia de este tipo, "vivir el propio funeral" es posible, casi corriente en países asiáticos y que empieza a ser viable en nuestras latitudes.
David Foenkinos en esta entrevista, nos habla de su experiencia próxima a la muerta a raíz de un problema de salud grave. Y otras cosas interesantes para acercarnos a su forma de ver la vida.
Y en el blog de Altima la empresa referente que organiza los funerales en Catalunya he leído un artículo que habla de esta posibilidad:
“Descubre la tendencia de los funerales en vida”
“Varias veces, al término de un entierro, había oído a la gente hablando de unas ganas de vivir exacerbadas por la conciencia de la muerte. Nos repetimos a nosotros mismos, como un sencillo poema estudiado en la escuela, que tenemos que aprovechar al máximo cada minuto de nuestras vidas. Ganamos perspectiva, y nuestros sinsabores cotidianos nos aparecen por fin como lo que son: irrisorios. Pero esta toma de conciencia no dura, y pronto volvemos a quejarnos de trivialidades, como movidos por un deseo inconsciente de recuperar cuanto antes esa energía impermeable a lo efímero. Y regresa la indiferencia, hasta el siguiente muerto”
Comentarios
Publicar un comentario
Me alegrará saber que has pasado por aquí, deja tu comentario