Como si fuera un río de Shelley Read
Habitualmente tengo dificultades per conectar con paisajes norteamericanos. Por ello me sorprendió lo pronto que consiguió atraerme la lectura de este libro.
Me sentí atrapada nada más empezar por las descripciones de la zona rural de Colorado que envuelve Iola donde vive la protagonista, Victoria Nash.
Los amantes de la naturaleza se sentirán felices dentro de estas páginas. Shelley Read la describe de una forma maravillosa, super plástica, tierna y dulce como si las palabras estuvieran abrazándote. Puedes vivir dentro del paisaje de la novela siguiendo a Victoria (la protagonista). Leyendo como ella percibe el sonido del agua que corre por el río, como suda cuando sube una montaña, mirando las estrellas estando estirada sobre la hierba, oliendo los dulces melocotones que cultiva o cerrando los ojos cuando siente la tibieza del sol entrando por las ventanas de su casa. La naturaleza ayuda a describir la acción de la novela, acompaña el ritmo narrativo de una forma magistral.
Victoria vive en Iola cerca del río Gunnison. Ella es una joven con solo 17 años que a la muerte de su madre hereda todos sus trabajos. Que no son pocos: la recogida de melocotones, el llenar la barriga de los tres hombres que quedan en la familia, la de limpiar la casa o el cultivo de las verduras del huerto.
La historia de Victoria es explicada por ella misma, resulta una vida desgarradora que con solo brilla cuando la joven descubre amor. Un sentimiento que la sorprende y la arrasa que lo vive con intensidad. Conoce a un misterioso joven forastero que acaba de llegar al pueblo. Un joven de rasgos indígenas que sufre el rechazo de los vecinos del lugar. Duele leer la fuerza de ese sentimiento de rechazo, la sinrazón de la crueldad de ciertas personas. Esta experiencia transformará a Victoria de una joven trabajadora, obediente y conformista en una mujer valiente, luchadora e independiente que elige vivir su vida a base de sus equivocaciones y aciertos o lo que es lo mismo, de sus propias decisiones. El amor será un contrapunto que dulcifica el dolor de la vida que lleva hasta el momento. Vive este amor como la fuerza transformadora.
A pesar de una vida llena de tragedia, existe ese grito a la esperanza, la posibilidad de acabar arrancando (literalmente) las raíces del lugar donde has nacido para llevarlas y hacerlas crecer en otro lugar diferente, un lugar donde empezar de nuevo a construir una vida. Hasta los melocotoneros son capaces de persistir.
Un libro que me ha encantado, que me ha hecho llorar en algún momento y que ahora que escribo sobre él vuelve a enamorarme, siento que lo he disfrutado más de lo que creía. Un libro de aquellos con sensaciones que serán inolvidables cuando los rasgos de la historia se desdibujen en la memoria.
Recojo unas palabras del prólogo para plasmar esa narrativa de Shelley Read que me ha encantado:
“Imaginaros un pueblo silencioso, olvidado, descomponiéndose en el fondo de un lago que en otro tiempo fue un río. Quizá os preguntéis si las alegrías y las penas de un lugar desaparecen a medida que las aguas ascienden y se lo tragan, pero yo os aseguro que no. Los paisajes de nuestra juventud nos crean, y los llevamos dentro de nosotros, clasificados según lo que nos dieron y lo que nos robaron, grabados para siempre en la persona en la que nos convertimos”
El prólogo es una declaración de intenciones. En él vemos donde estamos, no indica que vamos a leer una gran historia y que estará muy bien explicada. Una historia que duele a pesar de la brizna de esperanza que encuentras al acabar la novela. Recomiendo releer el prólogo al acabar. Lo disfrutas mucho más, conociendo la historia, te permite llenar cada frase de significado pleno.
Una gran novela prima de Shelley Read es licenciada en Escritura y Estudios. Trabajó de profesora en la Western Colorado University.
Como si fuera un río, es su primera novela, traducida a más de 20 idiomas y en trámite de llevarse al cine.
Vive en Colorado, paisaje que muestra conocer ampliamente en esta novela.
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